LA TREGUA
La tregua se fragua
en oportunos silencios
en bosques de árboles caídos
en ausencias y desencuentros.
La tregua se fragua
en esa mirada perdida frente al que pide limosna en el metro
en las excusas no pedidas que tornan canción protesta
en estática de televisión que prefieres ver en el bar.
La tregua se fragua
en gritos de rabia murmurados en ciento cuarenta caracteres
en sonrisas de jefes y reproches de cuñados
en juicios rápidos con el abogado del diablo.
La tregua se fragua
en muros atornillados alrededor de la mandíbula
en urnas fabricadas con alambre de espino
en refugios de cinco estrellas en temporada baja.
Esa zona gris de Levi
es el hogar que alimenta la tregua que fraguas
para disculpar en los espejos los actos que no realizas.
La tregua.
Esa tregua
que nuestros hijos y nuestros nietos llamarán derrota.