ASAMBLEA ABIERTA -> CONTINUACIÓN DE CAJA ABIERTA Nº1

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¿QUÉ POEMAS SOMOS?

 

Audio completo de la asamblea.
(Desde este 15 de mayo de 2017, quedamos pendientes de vuestra escucha,
que os animamos a hacernos llegar vía comentarios).

Transcripción de la asamblea abierta realizada en continuidad a “Divergentes: Conversaciones concretas sobre poesía”, sostenida en la Librería Contrabandos de Madrid a finales de septiembre de 2016.

(Primera hora)

Eva: Os damos la bienvenida, Caja abierta y Contrabandos, a esto que es una asamblea, por eso estamos en círculo. Estamos aquí parte del grupo que hacemos Caja de resistencia. Uno de los apartados de esa revista es «Caja abierta», un espacio de la revista que llamamos así, justo porque es el sitio para abrir la poesía a todo y a cualquiera. Ese apartado lo iniciamos con una conversación que escribimos que se iba a sostener durante seis meses, y que invitamos a detonar a Exnrique Falcón, aquí presente. La convocatoria a esta asamblea buscaba continuar esa conversación que acoge nuestro apartado en la revista y proponía leer la conversación antes de venir. Aunque es cierto que no estamos en tiempos de exigir que la gente pueda hablar a partir de haber leído: no debemos. Por eso, hemos previsto que Quique nos rescate, al concluir mi intervención, asuntos que contenía esa conversación. Y por esto también convocamos a esta asamblea, simplemente, desde la pregunta «¿Qué poema somos todxs?». Era una pregunta que aparecía en el final de la conversación y que finalmente Belén, muy sintética, resumió para la web de la Caja en «¿Qué poema somos?»

Belén: Es que vamos muy deprisa. (Reímos)

Eva: Si somos ¿todos? Somos pues… jejeje. Lo dejamos en ¿qué poema somos? Y bueno, lo que queríamos era posibilitar venir al encuentro sin haber leído nada. Solo trayendo a este lugar ese poema que nos ha hecho, que nos ha constituido, que nos ha hecho bien. Y, ya, antes de ceder la palabra a Quique, os digo que lo vamos a grabar porque la propuesta sería transcribir esta conversación para incluirla en ese apartado de nuestra revista. Si alguien no quiere que su testimonio sea transcrito solo tiene que decirlo. Cedo, pues, la palabra.

Quique: Por si no hemos podido leer el tochazo de la conversación que se produjo hace seis meses con Pilar y Patricia, y si me permitís unos minutos de resumen, os quisiera indicar algunas cosas de esa conversación que a mí me interpelaron y me hicieron pensar mucho. El caso es que algunos llevamos como cinco o diez años hablando a cachitos, ¿verdad?
Yo, personalmente, he entrado desde hace algún tiempo en una fase de escucha, donde lo que más me interesa es escucharnos y observar cómo reacciona la gente frente a lo poético. Y, años después, empiezo a percibir elementos comunes…
Cuando los compañeros de Caja de resistencia me ofrecieron la posibilidad de arrancar esta sección, me vinieron en seguida dos nombres: el de Patricia, que es una compañera que trabaja conmigo con personas presas en Valencia, va para 60 años, salió por razones políticas de Uruguay y hace cinco años comenzó a escribir poesía. La miraba yo en su faceta como militante y psicóloga social, sabiendo que había leído mucha poesía antes de ponerse luego a escribir. Y el de Pilar, que es una compañera de mi comunidad, es abogada, hizo una opción de trabajar con los más tirados de Valencia y ha estado en los movimientos sociales; es una persona que también lee mucha poesía. Y las preguntas que nos rondaban, las que a menudo nos hacemos entre poetas, quería comunicárselas a ellas y, entonces, os hago un resumen de lo que conversamos, muy rápido. Yo les preguntaba así, a saco: ¿qué les estaban aportando, como mujeres organizadas que trabajan para la ciudad, determinadas experiencias de poesía políticamente antagonista?
La conversación la hicimos como a cinco cachos, no estuvimos sentados cuatro horas, porque la gente tiene el tiempo que tiene. Ellas iban escribiendo y alguna cerveza hubo por el medio… Y, bueno, Patricia tenía la intuición de que la poesía está aportando cosas a las que el discurso político convencional no acabaría de llegar. Y ella, con una capacidad de metaforizar determinadas experiencias de vida, decía para que para ella la poesía es un “pasillo” que la lleva luego a confirmar cosas que intuye en otros discursos más convencionalmente políticos. Hablaba también de la capacidad que le transmitía la lectura de determinados poemas, para avistar o intuir: nombraba la falta de imaginación, los planes de construcción de arquitecturas que por desgracia no existen todavía entre nosotros. Recuerdo una conversación en Voces del Extremo con Mari Ángeles Maeso, que aquí estás, sobre la necesidad de narrar los futuros que deseamos. Esto nos llevaría después a conversaciones con mucha gente y Patricia aludía también al carácter subversivo de este tipo de escrituras.

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Por su parte, Pilar reaccionó diciéndome: ¿por qué me preguntas, si no soy poeta? Pero luego se soltó mucho; dijo que la poesía les ayudaba, a ellas, a las abogadas que trabajan con los descalzos. Pilar está conociendo y procesando elementos que reconoce, en las calles, a través de colectivos de acción que poetizan sobre las fachadas, sobre las farolas; le ha llegado mucho la experiencia de Neorrabioso, o la propuesta de Luce. También hablaba de que necesitaba para vivir himnos y que la poesía le ofrecía eso: himnos para seguir luchando. Citaba a Ana Pérez Cañamares, porque las dos coinciden en reconocer la capacidad que, según ellas, tiene la poesía para conectar cosas que la vida ciudadana desconecta. Esa capacidad de integrarlo todo y de ver las cosas de la vida, de repente, como en un destello de conjunto. Y citaba el poema de Ana en Economía de guerra: “Solo una cosa hace la poesía / A susurros grita que todo / todo está relacionado con todo. / Con hilo de palabras, ella / va remendando los agujeros”.
Y yo les pedía en concreto poemas, cuerpos de poemas en que todo esto se pudiera producir. Aunque sean muy poquitos, creo que hay que preguntarse: ¿por qué ese poema, a mí, como militante, me está acompañando? Pilar nombró el famoso “Los nadies”, de Galeano. Y también “Capitalismo”, de Ana Pérez Cañamares. Y también Benedetti y lo que su poesía ha supuesto para ellas. A Patricia, que había estado en Voces del Extremo, le pregunté por esa experiencia y contestaba también: hablaba del papel de pedagogía de vida que debía ejercer también la poesía.
Y luego les lancé el poema, “Capitalismo”, de Ana Pérez Cañamares. Es un poema que me persigue desde hace tiempo, porque cuando hablo con personas creo que este poema es especialmente fecundo; seguro que los hay muchos, pero yo he cogido este como poema simbólico para este tipo de escucha. Y les preguntaba qué producía el poema y ambas reaccionaban ante ello. Luego les solté dos poemas: uno de Arturo Borra, que cogí con mala hostia, uno de esos que te dejan muy descentrado, que no tiene asideros, para ver «¿y este poema, por dónde va?», al tiempo que otro de Antonio Orihuela. Y aun siendo la primera vez que los leían, las dos sacaron cosas de ambos, cosa que me sorprendió y me interpeló… Con el poema de Orihuela las reacciones me las esperaba, porque las he escuchado ya varias veces, pero con el de Arturo Borra me sorprendió que ambas se sintieran tan acompañadas. Y luego les preguntaba (y esta pregunta nos la podemos hacer nosotros ahora): mañana mismo, un hombre y una mujer van a escribir un poema, cualquiera de ellos comparten nuestro mundo y les suponemos todas las habilidades de oficio suficientes para escribir el poema que desean escribir; ¿qué les pedirías a este hombre o esta mujer? Ya sabéis de mi obsesión por la literatura de encargo, que adoro. Y la verdad, responden que la palabra es necesaria en estos tiempos, que le pediría que me despierte, que me grite, que me meta el dedo en el ojo (eso decía Pilar), que fuera voz de las personas que no la tienen, de las enmudecidas, de las prostituidas. Y Patricia pedía que ese poeta no despegara los pies del suelo, pero que tampoco mirara al suelo, ni tampoco al cielo, que ande con la gentecilla que la rodea, que nos aguijonee, que nos ponga una manta para el frío, que nos haga pensar… Lo iban expresando de distintas maneras. Y yo les pedía entonces: imaginad que ellos ya han cumplido, volved a señalar poemas que les hubierais encargado. Y citaban, así, el “No te salves” de Mario Benedetti. Y bueno, la conversación finalmente la abrimos a más participaciones y la cosa ha ido muy lenta, pensábamos que habría más, pero bueno. Y Miguel Hernáiz, a quien no tengo el gusto de conocer…
Belén: Está aquí.

Quique: ¡Ostras! Jo, qué bien. Pues no diré delante de ti lo que tú aportaste… Y, bueno, tú mismo citaste a Ana. Luego yo me enteré que Ana comentaba que había llegado a conocer una reacción en Argentina a su poema“Capitalismo”, y como Ana no lo iba a escribir, pues lo cuento yo en esa conversación abierta. Y entonces alguien sacó el tema de ¿qué poema diríais, amigos, que somos todos? Chema metió entonces un poema de Casaldáliga. Pilar escaneaba de Antonio Orihuela el famoso “Cada vez veo más gente con una venda en los ojos, / incluso he visto gente a la que habiéndosele movido un poco, / se la vuelven a colocar correctamente”. Y, luego, Alejandro contó lo mucho que en un ingreso psiquiátrico le acompañó el “No te rindas de Benedetti.
En fin, la idea es que aquí hay un montón de detonaciones donde poder ir cogiendo, porque a partir de ahora esto es una asamblea. Y podemos tomar por donde vosotros queráis. La pregunta de si existe un poema que nos acompañe a todos, con el que nos identifiquemos todos, que nos espolee a todos, puede ser una buena pregunta para comenzar.

Belén: ¿Cojo turno de palabra?

Fran: La Biblia

Ángeles: Yo no sabía que habíais eliminado “el todos” porque ahí, con ese todos, tenía una pega. No estaba de acuerdo con ir a la caza de ese todos, en el que también incorporas lo que quieres combatir. Yo ya sé que, escriba lo que escriba, va a haber alguien a quien le pueda generar esperanza o le parta el cráneo o lo que sea… Y, si no ofendo a nadie, es un mal poema. Estoy resumiendo mucho pero lo podría argumentar desde cincuenta mil ejemplos. Me viene a la cabeza la jugada entre Pablo Neruda y Vargas Llosa. Cuando Vargas Llosa en su novela La fiesta del chivo le hace recitar al tirano los versos de 20 poemas de amor y una canción desesperada, está vengándose de Pablo Neruda. Sobre todo, lo que está poniendo sobre la mesa es que ese poema de Pablo Neruda permita que también sea una herramienta para el tirano. Bueno, es uno de los muchos ejemplos en los que nos podríamos fijar, con lo cual, eso de escribir para todos, cuidado… ¿Qué poema somos todos? Pues ni siquiera La Biblia

Fran: Sí…

Ángeles: Ni siquiera La Biblia, porque estamos en un aquí y ahora, porque todavía no habían levantado el dedo las mujeres, todavía no lo habían hecho los esclavos… Todavía no la habían levantado los negros. Entonces, el poema que resista eso que vale para todos o se mueve en unos términos de abstracción tales que permite que sirva igual para el tirano que para la víctima… Y eso se ve muy bien en La fiesta del chivo. El problema no es que Vargas Llosa sea un canalla que quiera vengarse de Neruda.

Rosana: Porque ese poema tiene incluso, yo diría, una lectura anti-feminista…

Ángeles: Claro, es que eso es lo hace Vargas Llosa. Se lo hace recitar a una virgencita de las que pide que le lleven, a la que va a violar y para que se vaya emocionando le recita el poema de Neruda. ¿Por qué funciona ese poema en ese contexto? ¿Por qué el poema lo permite?

Fran: De todas maneras, yo creo que hay que puntualizar que Veinte poemas de amor y una canción desesperada, dentro de la obra poética de Neruda, que es impresionante, sí que es verdad que es el más comercial y publicitado. Pero si nos leyéramos las obras completas de Neruda… Mirad, recito uno:

“Sangrienta fue toda tierra del hombre.
Tiempo, edificaciones, ruta, lluvia,
borran las constelaciones del crimen,
lo cierto es que un planeta tan pequeño
fue mil veces cubierto por la sangre,
guerra o venganza, asechanza o batalla,
cayeron hombres, fueron devorados,
luego el olvido fue limpiando
cada metro cuadrado: alguna vez
un vago monumento mentiroso,
a veces una cláusula de bronce,
luego conversaciones, nacimientos,
municipalidades, y el olvido.
Qué artes tenemos para el exterminio
y qué ciencia para extirpar recuerdos!
Está florido lo que fue sangriento.
Prepararse, muchachos,
para otra vez matar, morir de nuevo,
y cubrir con flores la sangre”.

Ese está en Memorial de Isla negra. De «Me gustas cuando callas» a este que me sé de memoria, hay una notable diferencia. Y quiero puntualizar que José Agustín Goytisolo decía justo todo lo contrario: “Me gustas cuando hablas”. Y a mí me gustan las chicas cuando hablan.

Eva: Una cosa, que quisiera proponer como dinámica de asamblea, es… Bueno, a mí me gustan las asambleas pero cuando lo que decimos lo ponemos en el centro, quiero decir, sin interpelaciones directas. En las asambleas no se pueden dar diálogos profundos. Se puede generar un común, situando ahí, en el centro, lo que queremos decir como un regalo para toda la gente presente. Quiero decir que esta conversación sobre si Neruda o no, no se puede dar. Me gustaría invitaros a poner en el medio y dejar las interpelaciones directas, Fran.
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Quique: Y también, por metodología, os propondría lo que llamamos “debate sobre poesía concreta”. Os invito a que no discutamos sobre la poesía de Pepito-no-sé-qué, porque Pepito-no-sé-qué no existe como texto. Procuremos hablar de poemas concretos. Porque nos interesa el acompañamiento de ese texto en personas concretas. Por eso hicimos el subrayado: conversaciones sobre poesía concreta. Y es verdad que se nos va la olla; a mí el primero.

Rosana: Yo veo que hay varias preguntas y desde distintos lugares. Una que era para quién, y me gustaría trabar alguna idea entre todos, no para contestarla, evidentemente. Quiero decir: ¿cuando escribimos no sé si sería bueno para el texto tener tan claro el para quién o no? Y luego la otra pregunta es desde dónde, desde qué texto, aparece esa necesidad de escritura, de compromiso, de ir articulando un discurso donde la poesía es el canal, la manera, el instrumento, la voz… para poder decir lo que queremos decir. Y en ese sentido, sí me gustaría proponeros ir escuchando una pequeña respuesta a ese para qué. Para entender también si la poesía es más grande que el poeta o no. Yo creo que sí. Creo que a veces no hay un para qué y sin embargo hay un poema que remueve y proyecta toda una posibilidad de cambio y reflexión para el otro, más allá de lo que uno haya podido imaginar, ¿no? Y quizá es la grandeza de la poesía. Pero, bueno, esto es una idea que me gustaría que nos planteáramos entre todos…

Fran: A riesgo de que me reprenda Eva quiero contestar.

Belén: Yo también quería plantear que aquí hay gente que escribe y luego activistas, lectores, gente de la PAH, de movimientos sociales que han venido y que sí pueden hablar de su experiencia, como parte escuchante, como lectores. Y, lo que decía en la convocatoria, desde un poema que deseen o un texto escrito en un muro o cualquier texto. Y, bueno, cuidar esa interacción en esta asamblea. Sería bueno, si queréis podemos hacer una ronda.

Eva: ¿De presentarnos o algo así? Como queráis.

Belén: ¿Nos presentamos?

Rosana: Como he lanzado yo la pregunta… pues comienzo, si queréis. Yo soy Rosana Acquaroni, pertenezco a la asamblea editora de Caja de Resistencia y poco más. Estoy encantada de esta revista donde, realmente, ponemos en juego, entre otras cosas, esta pregunta del “para qué”, abriéndola, lo más posible.

Gsús: El siguiente soy yo y pertenezco a la asamblea editora y, bueno, solo quiero decir que me hincho como un pavo. Me apetecen un montón este tipo de plataformas donde se pueda exponer tanta diversidad, que cada uno tenga su registro poético y CdR trata de unificar un movimiento basado en la crítica social y más críticas todavía, y hacerlo con muchas perspectivas y muchas variantes. Para mí es muy enriquecedor. Aprendo mucho de la gente que va entrando y saliendo en esta revista… También me va a parecer muy interesante conversar con gente que no está dentro del grupo de escritores, poetas y demás. Y que esa parte lectora se presente aquí hoy y vaya recibiendo de nosotros y, al revés, nosotros de ellos, también.

Ángeles: Soy María Ángeles Maeso, no pertenezco al núcleo de Caja de resistencia. Estoy muy cerca. Y yo creo que hay que afinar qué es lo que estamos buscando. Nos hemos perdido en el “en qué queremos” y “por qué escribimos”. Creo que CdR tiene una línea definida y entiendo que, al hilo de esta pregunta, lo que se busca es qué tipo de textos nos han acompañado en las luchas sociales políticas, los colectivos, asambleas, militancias que tenga cada una. Relacionado con esa manera de afinar, intervine al principio para decir que lo que sobraba era el “todos”.

Rodrigo: Yo me llamo Rodrigo, soy de la Patagonia y llegué por casualidad. No conozco a nadie excepto a ese muchacho de allá y a ésta de acá… Fue, pues, una buena casualidad. Soy un neófito total en la poesía pero, a propósito de la discusión que estaba iniciándose, surgieron dos preguntas en mi cabeza. Una tiene que ver con esto de la poesía universal, y más allá de si existe o no, me pregunto por qué uno tendría que necesitar una poesía universal, y qué significa que un poema pueda serlo. Y lo otro que me interesa es a propósito del poema que recitó bellamente el compañero acá, y aunque Neruda, hubiera sido mucho más tedioso, bastante más tedioso…

Fran: ¿Y sabes por qué lo era? Porque él intentaba imitar a Homero, estaba tan loco. (Risas).

Rodrigo: Pues a propósito de eso y del dibujo que está ahí afuera (de la obra de Víctor Jaque) la pregunta sería: ¿Cuáles son los límites de la poesía? Y otra pregunta de ignorante total, es: ¿Estamos hablando de poesía escrita, con palabras, que se entienden en el idioma castellano? ¿O hablamos de poesía en su significado más expansivo posible? Esa es una pregunta.

Javiera: Yo soy Javiera. Vine aquí porque había un poeta anticapitalista. Por eso estoy acá.

Fran: Yo no necesito presentación. Ya he hablado suficiente. Soy Fran, todos lo sabéis.

Isaías: Yo me llamo Isaías Griñolo. Vengo de Sevilla recién. De hecho, dentro de un rato, tengo que echarle una moneda al coche porque si no le echo una moneda me tirarán de la ciudad… En mi trabajo como artista llevo años metiendo a la fuerza la poesía, porque creo que es necesario que el poeta entre en los museos, como está en la calle. Los museos, como todos los sitios que están pagados con dinero público, son espacios públicos. Desde este punto de vista, yo me he empeñado siempre en hacer actividades donde la performance juegue y un poeta es performativo de por sí. Una poeta leyendo es una performance que tiene cien mil años, que diría Belén Macías. Soy de Moguer. Con Antonio Orihuela he colaborado con Voces del Extremo desde el principio. Estudiamos juntos y éramos compañeros de piso y todo eso, y ahí nació mi interés por incorporarla. Iba grabando poesía que me gustaba y a medida que los he ido grabando y de escuchar esos poemas, he sentido la necesidad de incorporar la poesía en mi trabajo. Respecto a la pregunta que lanza Enrique, que habéis lanzado, «¿qué poema…?», yo recuerdo que he estado muy implicado en las Marchas de la Dignidad de la columna de Andalucía desde que no existían las marchas de la dignidad. Desde que el SAT empezó a coger cuadernos en los Carrefour y los Mercadona, ¿no? Marchas que se hicieron primero en Andalucía y luego afuera. Recuerdo que, andando en la marcha, cuando se convocaron oficialmente, y al terminar en Madrid, que fue una cosa apoteósica, yo nada más que pensaba en La marcha de los 150 millones. ¿Qué es el poema? ¿Que es la poesía? Ese acto. Aparte de que luego quede fijado en textos, en paredes, en pegatinas, en libros. Pero, ¿qué somos? Pues eso que estamos construyendo.
Aparte, eso lo relaciono con otra pregunta muy importante: ¿Qué poemas éramos hace cinco años? ¿Y cuál somos ahora? Eso lo relaciono con otra cosa muy importante. En Voces del Extremo, hablaba Jorge Riechman del segundo principio de la termodinámica. De cómo, finalmente, la energía no se destruye, sino se va transformando, ¿no? Esa energía poética que estaba en las calles hace equis tiempo, desgraciadamente ahora se ha metido en el Parlamento. De alguna forma, esa energía de la calle ha disminuido y, vasos comunicantes, se ha ido hacia otro lado. Entonces, ¿qué poema éramos, somos y terminamos siendo? El poema como presente, pasado y futuro. No como un hecho acabado. No como algo acabado.

Eva: Bueno, cuesta, cuesta encontrar ese común del qué hablar… Yo me llamo Eva. Presentarme siempre me gusta un montón, porque creo que si algo permite la creación es justo no ser. Entonces, podría ser hoy cualquier cosa, ¿no? No me gusta vincular creación e identidad. Así, pues, aprovecho la presentación para intentar poner de nuevo algo en el medio de esta asamblea nuestra. El otro día, cuando invité a César, que justo me seguirá en la ronda, le recordaba en el correo que le mandé que, hace muchos años, hicimos una conversación en la Youkali a propósito de la publicación en la Oveja Roja de Las prácticas literarias del conflicto. Igual hace seis años. En ese momento, estábamos intentando pensar si la poesía podía servir para quién. Yo recuerdo que, de esa conversación que sostuvimos en la Youkali, se me quedó muy marcado que Quique, a pesar de escribir La marcha de los 150 millones, insistía en «yo escribo para la gente que es como yo». No puedo escribir desde lo que no soy, ni por esas figuras que permanentemente se empeña en recuperar. Y mi gran desafío siempre ha sido (porque creo que la poesía es el gran arte de la escritura), mi gran desafío es que el arte es como el mar, y yo tengo esta idea de que puede romperlo todo y, por tanto, puede ser ocupado por cualquiera. De hecho, yo dudo si hay un “otro” en la buena poesía, un otro desfavorecido, uno al que no le serviría o que no la entendería. No lo sé. No lo tengo tan claro. También mi concepto de buena poesía yo lo pondría a contradecir a la razón, en realidad. Para mí, la poesía es oralidad; la puedo leer, pero yo la oigo. Y eso me parece muy importante, porque tengo una relación con la narración escrita, novelística, y ahí hay linealidad, ahí hay progreso, hay otra cosa. Pero en la poesía, hay una potencia de lo no lineal, de lo que antecede a la vista, del oído. De hecho, si por algo me ha interesado la poesía crítica fue por eso. Porque creo que se estaba sustrayendo -no sé ahora porque creo que está triunfando-, no era muy apropiable por el Capital, porque la sostenían las comunidades de oyentes, incluso entre quienes no se llamaban tanto poesía crítica, que no se identificaban tanto con el anticapitalismo. Puedo referir con eso a ciertos ambientes de Malasaña… Pero sí creo que hay algo vinculado a la poesía que tiene que ver con grupos de gente creando junta, con artes detonadores que permite que la vida suceda. Luego quedan poemas escritos y eso a Quique le importa mucho. ¿Qué poema es eficaz? Y como gran oficiante de poesía que es -porque antes decíamos que si hay un buen escritor de poesía es este señor- entiendo que le preocupa. A mí no, la verdad; no me preocupa mucho. Y, por último, quiero decir que la conversación de la Caja también buscaba una antología hecha por la gente cualquiera. Esa idea de Quique nos movió. ¿Qué pasaría si la gente eligiera la poesía que se contiene dentro de un libro? ¿Qué tiene que tener un libro? ¿Qué escogería la gente? Ya conocemos los libros que elige no sé quién, que pone a un colega porque desde ahí cobrará más poder y yo me quiero preguntar, de verdad, para la gente cualquiera que poesía sirve… Y, bueno, por eso, hemos hecho ese gesto de ir a cualquieras y en la conversación aparece mucho Benedetti… E incluso mucha de esa poesía, como dice Ángeles, puede servir para todo en un momento dado… Sí, es bueno saberlo. Lo dejo ahí.

César: Yo voy a plantear tres cosas. Una, yo creo que es un problema ser un poema. Identificarse con un poema, entonces, lo dejo ahí: me parece un problema grave. Segunda, ¿son los movimientos sociales los que acompañan al poema? Es curioso que en todo momento parece que se plantea esto: ¿cómo acompaña el poema a los movimientos sociales? No, no, no. La pregunta sería: ¿cómo acompañan los movimientos sociales al poema? Porque la mayoría de esta poesía crítica se hace precisamente en las intervenciones o como resultado de las intervenciones o de los discursos críticos. En fin, a través de una especie de respuesta ya dada. Me parece, pues, que mucha de esta poesía deriva de estas acciones, de estas intervenciones y, en este sentido, habría que preguntar: ¿cómo acompaña el poema precisamente a los movimientos sociales? Y luego, al principio, hemos dicho si existe un poema que nos identifica y yo creo que podríamos cambiar la pregunta y tendríamos unos resultados algo escalofriantes: si existe un sujeto que nos identifica. En buena medida, el problema es que cuando nos identificamos con un poema, lo único que hace o parece hacer, es justamente, decirnos quiénes somos… Pero eso no es una posición crítica y eso también es problemático. Es decir, cuando nos identificamos, decía Brecht, empieza el problema.

Javier: Tengo un problema por hablar después de César porque es el de las preguntas fastidiadas, jorobadas y lógicas. Lo que quiero es resumiendo, ir un poco a lo que decía Ángeles. En cierto sentido, cierta corriente de personas y poemas son «poemas contra». No tanto poemas nuestros, que pueden ser más o menos, sino que la gracia y parte de la eficacia es que van contra; dirigidos a fastidiar a alguien. Tú eres mi enemigo, capullo, o una porción de mi enemigo, y voy a por ti. Eso puede, más o menos, ser identificable. El problema, claro, es quién es el enemigo en cada momento. Porque otro problema es que se ha dicho que el poema va por delante de los movimientos, o la política, y yo no la veo. En la respuesta de César de cómo acompaña una a otra y otro a uno, yo lo veo bastante fácil. Yo creo que en la poesía española de los últimos tiempos hay poca, muy poca, como decirlo, conciencia crítica, en el sentido más profundo de la palabra. Aquí, he estado oyendo poemas a favor de los obreros de la Cocacola, pero yo esperaba más cosas y en los últimos tiempos, en una facción de la gente que escribe poesía, veo una falta de ir un poquito más allá de lo obvio y lo evidente. Ahí lo dejo. Luego lo discutimos.

Víctor: Yo soy Víctor, vengo de Chile. Llevo una semana, primera vez que vengo. Vengo invitado por el Centro de Documentación Crítica a realizar una actividad que tiene que ver con una serie de intervenciones en espacios públicos con imágenes críticas; imágenes que yo me esfuerzo porque tengan poesía, digamos. Imágenes que puedan ser consideradas también versos, si hablamos de poesía escrita u otros formatos. Yo creo que la posibilidad que nos da la poesía escrita la podemos obtener con otros formatos. Yo trabajo con la imagen. Procuro hacer versos visuales, por así decir. Ahora, yo creo que la posibilidad de que haya poesía tiene que ver con agrietar, con rajar el paisaje, por así decirlo y la fuerza que permite eso es una suerte de caudal colectivo que existe antes, digamos, antes, de uno. Y lo que hace uno es sumarse a esa fuerza. Eso.

Isa: Soy Isa. Es una pena porque me voy a tener que ir en breve, porque me encanta. Yo vengo de Carabanchel. Soy muy activa en mi barrio. No escribo poesía. Soy una consumidora y me gusta mucho recitar. Tengo un audio-blog en el que grabo poemas de gente que encuentro por la red. Me gusta mucho buscar a gente desconocida. Quizá vosotros los conocéis, pero para mí hasta que no les he recitado no los conocía. Como decía Eva, creo en la importancia de la escucha en la poesía y de ahí la idea del audioblog porque creo que es bonito leer, pero escuchar… Con respecto al tema de para quién, yo escribo alguna mierdecilla y la escribo para mí, básicamente. Estoy de acuerdo con Mari Ángeles, creo que la poesía no puede ser para todos… Y, bueno, estoy alucinando la verdad con todo lo que comentáis.

Carmen: Yo soy Carmen. No tengo nada que ver con la poesía. Ni la leo, ni la escribo. Me está gustando mucho lo que oigo, pero no tengo idea de nada de ello. Soy activista de la PAH, y, bueno, es lo que puedo decir… Ahora me está interesando mucho lo que me estáis diciendo. Me he acordado también de un pequeño trocito de una canción, que os la voy a decir, porque es lo que me sale y lo que representa para mí mucho: “Que mi voz suba hasta al monte, que mi voz baje al barranco, hasta que los jornaleros se apoderen de los campos”. Eso es lo que puedo decir…

Miguel: Yo soy también activista de la PAH. Soy un pequeño consumidor de poesía y ahora mismo menos porque no estoy teniendo mucho tiempo y poco más. Y bueno, siento que no sé mucho…

Eva: Pero nadie sabe más que nadie.

Miguel: Yo lo siento así…

Belén: Yo soy activista de la PAH, activista de la Asamblea de Austrias, detenida del Papa. Me puedo poner un cartel por eso porque da categoría… Y, bueno, también soy más lectora. Pero creo que es interesante juntar estos mundos, porque a pesar de que Carmen, por ejemplo, dice que ni lee, ni escribe poesía, ni tiene nada que ver, hizo una intervención en el Campo de Cebada en la que se levantó todo el mundo a aplaudir. Le preguntaban qué sentía cuando estaba en un desahucio, con los policías, los antidisturbios. Y ella decía: «A mí el miedo me pone ¿no? Es que no se baja». Y creo que hay algo de belleza en todo ese proceso. Y, seas o no lector de poesía, puedes decir mucho sobre poesía. Luego, acompañe o no a los movimientos la poesía, yo creo que no está llegando a muchos sitios. La realidad es que sigue siendo muy poca gente quien conecta con la poesía. Creo que hay un problema de conexión entre la poesía y esos movimientos sociales a los que parece representar la poesía. Es un dilema que sí que deberíamos abordar, porque creo que no hay tanto acompañamiento…

Quique: Mi experiencia personal es la que os contaba; la de entrar en un periodo extraño de escucha en el que me es más importante escuchar diversas experiencias lectoras que escuchar lo que queremos hacer los productores. No es por hacer sociología, no representáis nada, pero creo que uno aprende muchas cosas a partir de la experiencia de las gentes. Solo por eso, de verdad, debería hacerse una antología confeccionada por la gente. Y sería tan representativa como cuando la hago yo o la hace un poeta. Quizá nos daría un toque a los productores porque es importantísimo lo que antes decía Isaías: ¿Qué hacer en los cinco próximos años? Las respuestas que tanto movimientos sociales como productores artísticos pueden ofrecer son respuestas en el tiempo y los que nos movemos en los ámbitos de la poesía crítica mal caeremos si creemos que realmente se está produciendo un avance. La situación es de parálisis, de autosatisfación, y lo que debemos hacer, sobre todo en momentos de parálisis creativa, es escuchar. Entonces, al menos para mí, resulta clave la experiencia de escuchar a un montón de compañeros y compañeras que están en mil historias. Empezando por la pregunta de para quién escribes, lo cual requiere un fino análisis de las clases sociales, en este país, en su contexto concreto, así como de sus periodos y sus ciclos. Sé que esta pregunta a muchos poetas les va a poner muy nerviosos, porque dicen que escriben “para todos” (que es como decir que escriben para nadie), todo ese asunto de la universalidad del mensaje… Sin embargo, mi pregunta es: aquí, en la España de este momento, en la de esta década, ¿a quién hay que mirar a los ojos? Y la segunda pregunta es: ¿y de verdad ellos necesitan la poesía? ¿De verdad? Y si en algo se nos necesita, ¿en qué se nos está necesitando?… Pero, para esta gente, no para todos (ya habrá otra poesía que sí se escribirá para el tirano). Solamente la tercera pregunta que voy detectando en este tiempo largo es ya una pregunta de oficio: si uno quiere sentirse encargado por la realidad y quiere ponerse al servicio de esa gente, ¿cuáles habrían de ser los medios –y esto sí que es una obsesión de productor, Eva– que eficazmente uno tiene que dinamizar para intentar acompañar en lo que la gente pide ser acompañada, si es que pide ser acompañada? O sea, que esta pregunta nos la tenemos que hacer constantemente. A veces parece que la respuesta de la poesía va a ser la leche, aunque no. Porque, en efecto, hay discursos que pueden estar cumpliendo perfectamente el papel de la oralidad misma y a mí me gustaría tantear respuestas para esas tres claves.

Ana: Soy Ana, estoy en la CdR. Para quienes no conocéis la revista, quiero deciros que recoge todas las lenguas, que se publican en su idioma original y se traducen al castellano. En el primero, publicamos en 20 lenguas distintas y hay también hay muestra de poesía visual y poesía performativa. Este apartado que era una especie de poesía ensayo, reflexionar sobre la poesía, que está abierto.
Dicho esto y volviendo a las preguntas, creo que “para quién” es clave. Muchas veces, quienes escribimos con demasiado pie en la realidad, cuando la realidad nos golpea, te das cuenta de que tu palabra es una mierda. O sea, que cuando ves un video en Youtube de un desahucio, cuando ves la violencia de la policía, cuando ves la fuerza de los activistas que están agarrados defendiendo a una familia y parando esa intervención, yo creo que ahí hay muy pocas posibilidades de coger el bolígrafo y decir algo más. Pero sí me gustaría estar en ese lado. Lo que pasa es que, bueno, no soy tan valiente. Pero ese acto de rebeldía, no sé si es un acto poético pero es mucho más potente que cualquier poema que yo sea capaz de escribir sobre un desahucio y a mí me mueve mucho más. Quizá ahí está el salto en que queremos acompañar eso pero, claro, también partimos de lenguajes distintos. La palabra puede ser violencia también. También depende desde dónde escribe cada una, porque también en el fondo el productor tiene allí la aspiración a hacer un buen poema y quizá ahí, en ese buen poema, se está perdiendo el poema que acompaña. Lo que tú, Carmen, decías de la canción. La canción ha sido durante años la reivindicación y la expresión de ese grito popular. Cuando, además, la poesía escrita en libros no podría acompañar esas luchas y, menos en momentos en que esas luchas se protagonizaban por gente que no era lectora, pero que sí que escuchaba. O las letras del flamenco -estoy pensando en las letras de Moreno Galván- o de gente que sí que ha expresado esas luchas. Que desde ciertos autores, por muy rebeldes que nos creamos no tenemos esa capacidad de romper. O por mucho que tengamos esa voluntad de acompañar, no lo hemos hecho…

[continúa…]