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Segunda conversación

DIVERGENTES: CONVERSACIONES CONCRETAS SOBRE POESÍA

(una conversación abierta entre
Cristina Alonso, Manuel Segarra, Wilma Monsma, Daniel Yvorra
y Enrique Falcón)

En ”Caja abierta” queremos sostener una conversación abierta sobre, desde, entre y con poesía. La abrimos en la red con la posibilidad de “comentarios” moderados solo para que se produzca el diálogo, que se incorporarán como parte del texto. Será, por tanto, una conversación de seis meses, que no renunciamos a que posibilite también encuentros presenciales entre número y número. De esta forma, apostamos por una conversación abierta, radicalmente, a la intervención de cualquiera.

Comenzamos proponiendo a Enrique Falcón que iniciara esta aventura con un doble salto mortal: uno afuera del mundo europeo poético y otro afuera del mundo poético. Así, se sumaron a la propuesta Patricia Olascoaga (poeta uruguaya residente en Valencia e igualmente participante en espacios políticos y sociales) y Pilar Serrano (militante en movimientos sociales, lectora de poesía pero no escritora). Lo podéis leer en: http://cajaderesistencia.cc/caja-abierta/numero1/

Ahora conversan Dani Yborra, Wilma Monsma, Manu Segarra y Cris Alonso. Ninguno/a de ellos/as escribe poesía. Deseamos que acompañéis esta andadura, que toméis cada palabra como el pie de un buen poema, que no permitamos, parafraseando a Quique, que ningún “miserable cerco de consensos” impida que “las posibilidades de dicción de nuestras prácticas literarias” sean “ilimitadas”.

 

Enrique Falcon_4Quique Falcón: Ninguno/a de vosotros/as cuatro escribe poesía. Pero sé que sois personas que (entre otras muchísimas cosas que trenzan vuestras vidas) más o menos ocasionalmente leéis, escucháis o compartís poemas… Lo primero de lo que querría oíros hablar es precisamente sobre eso. ¿Creéis que la poesía desempeña un papel relevante en vuestras vidas? En concreto, ¿qué lugar ocupa, en general, en vuestro compromiso como militantes, como ciudadanos/as, como gente consciente e implicada con el cambio social…? ¿Qué os está aportando realmente la literatura, al menos en esta particular modalidad de poesía divergente y políticamente antagonista?

 

 

 

 

 

 

unnamed (1)

Manu Segarra: En mi caso, la poesía implicada con el cambio social me remueve, me interpela, me despierta, y me recuerda la urgencia de mi compromiso adquirido. Vuestra poesía hace que me sienta hermanado con tanta otra gente a la cual abrazo y junto con la que lucho. Y siento un profundo agradecimiento por vuestra valentía, la de lxs poetas que decidís dar un paso al frente y gritar lo que os quema por dentro, lo que veis, lo que sufrís y lo que celebráis. Pero sobre todo, agradezco que seais capaces de tejer redes activas de incidencia pública. La poesía la siento como una expresión privilegiada de este pulso a la realidad, de cómo late nuestro mundo, y de cuál puede ser la respuesta ante él. Me transmitís mucho. Y me infundís muchas ganas de intentar escribir y sumarme a vuestra lucha, además de como militante, con el arma de la palabra. Y un abrazo y un agradecimiento muy grande a Quique por permitirme estar en este coloquio.

 

 

 

 

Wilma 1

Wilma Monsma: Me ha sorprendido enormemente esta invitación y al mismo tiempo me ha supuesto una constatación que me lleva a las lágrimas: “¡la poesía tiene un lugar en mi vida!” Siempre he pensado que yo no era compatible con el género. Demasiado impaciente, demasiado racional. Y va y resulta…
Mi marido es un gran lector de poemas y nuestras estanterías están llenas. La poesía siempre está presente en su vida y, a través de él, en la mía (me los lee en voz alta de vez en cuando a pesar de mi resistencia a escuchar, porque siempre tengo prisa). Poco a poco ha ido calando en mí el ritmo vital que propicia: profundidad, presencia, sensibilidad. Anhelado, necesario, diría esencial, para mi reconstrucción personal. Y gracias a esta invitación llega la consciencia. Fue deseo inconsciente y ya es presente apreciado.
Puedo reconocerla como canal de comunicación con mi emocionalidad, como oración que habla mi idioma, como grito (sobre todo, de rabia) al que se le entiende y escucha mejor que a mí, como bofetada imprescindible y bienvenida, como futuro y como belleza.
Y releyéndome ahora, descubro que hasta parece haberme enseñado a usar adjetivos (poco habituales en mi manera de expresarme, jeje).

 

Quique: Anda, ¿es de veras, Dani, que a veces le lees a Wilma poemas en voz alta? ¿Qué te impulsa (casi mejor querría preguntarte: en qué te impulsa ese poema) para llegar a hacerlo?

 

Dani

Dani Yvorra: Sí, es cierto. Trato de leer todos los días uno o dos poemas, una primera lectura en silencio y una segunda en voz alta. Es esta segunda lectura la que siento da plena vida al poema. Esto siempre es así y lo hago habitualmente en soledad. Pero ciertos poemas me impactan de un modo que tengo la necesidad de compartirlos. No sé exactamente qué provocan. Puedo citar algunas hipótesis:

  1. Necesito que Wima me ayude a sostener la emoción, la sensación, que experimento. Rabia, alegría, tristeza, miedo, asco.
  2. Celebrar que compartimos una manera de estar en el mundo.
  3.  Algo me espolea y deseo que Wilma me acompañe.
  4. Descubro un tesoro y no puedo ocultarlo.
  5. Escucharlo juntos nos hace mejores (porque nos muestra nuestros límites y/o fortalece nuestros sueños).
  6. Quizá simplemente es que algunos poemas necesito leerlos una tercera vez, gritando.

 

 

 

Cris 1

Cris Alonso: Antes de nada, muchas gracias por la invitación. Un placer compartir conversación con tanta gente buena.
Por lo que a mí respecta sobre lo que nos preguntabas, la poesía siempre ha tenido el papel de “removerme” por dentro, de hacerme pensar, incluso de llamarme a cambiar. Cuando cumplí 18 años, uno de mis primos mayores me regaló una antología poética de Benedetti; su lectura supuso un antes y un después en muchas cosas, principalmente ideológicas. Tal cual. Mi vida dio un giro de 180 grados.
Actualmente, determinada poesía (que expresa eso que siento por dentro, pero que no sé poner en palabras) me reafirma, me llama a continuar por el camino, a reconducir…

 

 

 

Quique: ¿En qué cosas, Cris, podría un poema actual ayudarnos a “reconducir”? ¿En qué estás pensando concretamente cuando dices eso?

 

Cris: Pues pienso en esos momentos en los que, metida en la dinámica del día a día, de la costumbre, de la rutina, de la monotonía que a veces me invade,… olvido hacia dónde quiero que vaya mi vida, olvido a la gente que tengo más cerca y también a los últimos. Entonces, leer me ayuda a reubicarme, a recordar por dónde se me pide que camine.

 

Quique: Si los poemas tienen en efecto consecuencias, vamos pues a eso. Me gustaría que cada uno/a de vosotros/as acercarais a esta conversación un par de poemas (si es posible, de personas vivas que escriban en castellano desde cualquier lugar del mundo) que, de un modo u otro, os hayan ayudado, acompañado, aliviado, animado, espoleado, provocado… “Poemas para descorcharnos”, nos decía Patricia Olascoaga en una conversación que mantuvimos hace medio año para esta misma sección de “Caja de resistencia”. Para “compartir himnos”, nos contaba Pilar Serrano durante esa misma conversación. Y en el curso de una asamblea en la ‘Contrabandos’ de Lavapiés que hace unas semanas mantuvimos unos cuantos poetas con compañeros/as que luchan y viven en Madrid, en un intercambio de ideas y experiencias que daban continuidad a algunas intuiciones abiertas en esta serie de “conversaciones concretas”, Isabel (que milita en Carabanchel y no escribe poesía, pero le pide presencia) nos decía, trayendo al caso algo de los Reincidentes: “que mi voz baje al barranco, / hasta que los jornaleros / se apoderen de los campos”.
Por mi parte, yo no sé muy bien qué más adjetivos añadir a los posibles efectos de un poema, pero interesa que nos habléis de dos poemas en concreto que (de un modo u otro) os hayan ayudado a vivir, o hayan acompañado vuestras vidas como personas que, organizadas con otras, se sienten involucradas en procesos cotidianos de resistencia o de transformación social… La pregunta que os hago ahora busca, si es posible, algo muy concreto: ¿Qué hay exactamente en cada uno de esos poemas que haga que os aporten qué cosas?

 

Cris: Me cuesta elegir un único poema de Benedetti (ya no está vivo, pero tengo tan grabado en mis recuerdos el recital que dio con Daniel Viglietti en el teatro ‘Olimpia’ de Valencia que es como si él no hubiera muerto) para poner de ejemplo: “No te salves”, “Defensa de la alegría”, “Padrenuestro latinoamericano”,… cualquiera me inspiró en la juventud y me lanzó a no quedarme quieta, a no conformarme y a unirme a otra gente en comunidad.
Desde la experiencia de la maternidad, he reconocido la necesidad de destacar el papel de la mujer en la sociedad, del empoderamiento femenino como elemento básico del cambio social (y en mi caso, del cambio personal). Esto me ha llevado a leer textos feministas (históricos, ensayo, novela y, por supuesto, poesía). Durante la carrera, mi profesora de Historia del Arte me recomendó una novela de Ángeles Mastretta y otra de Gioconda Belli. Eso fue mucho antes de ser madre, pero al tiempo de nacer mis hijos empecé a recuperar y a buscar esas lecturas escritas por mujeres. Uno de los poemas que me remueven últimamente es “Los portadores de sueños”, de Gioconda Belli:

 

LOS PORTADORES DE SUEÑOS

En todas las profecías
está escrita la destrucción del mundo.

Todas las profecías cuentan
que el hombre creará su propia destrucción.

Pero los siglos y la vida
que siempre se renueva
engendraron también una generación
de amadores y soñadores,
hombres y mujeres que no soñaron
con la destrucción del mundo,
sino con la construcción del mundo
de las mariposas y los ruiseñores.

Desde pequeños venían marcados por el amor.
Detrás de su apariencia cotidiana
guardaban la ternura y el sol de medianoche.
Las madres los encontraban llorando
por un pájaro muerto
y más tarde también los encontraron a muchos
muertos como pájaros.
Estos seres cohabitaron con mujeres traslúcidas
y las dejaron preñadas de miel y de hijos verdecidos
por un invierno de caricias.

Así fue cómo proliferaron en el mundo los portadores de sueños,
atacados ferozmente por los portadores de profecías
habladoras de catástrofes.
Los llamaron ilusos, románticos, pensadores de utopías
dijeron que sus palabras eran viejas
y, en efecto, lo eran porque la memoria del paraíso
es antigua al corazón del hombre.
Los acumuladores de riquezas les temían,
lanzaban sus ejércitos contra ellos,
pero los portadores de sueños todas las noches
hacían el amor
y seguía brotando su semilla del vientre de ellas
que no sólo portaban sueños
sino que los multiplicaban y los hacían correr y hablar.
De esta forma el mundo engendró de nuevo su vida
como también habia engendrado
a los que inventaron la manera
de apagar el sol.

Los portadores de sueños sobrevivieron a los climas gélidos
pero en los climas cálidos casi parecían brotar
por generación espontánea.
Quizá las palmeras, los cielos azules, las lluvias torrenciales
tuvieron algo que ver con esto.
La verdad es que como laboriosas hormiguitas
estos especímenes no dejaban de soñar y de construir hermosos mundos,
mundos de hermanos, de hombres y mujeres que se llamaban compañeros,
que se enseñaban unos a otros a leer, se consolaban en las muertes,
se curaban y cuidaban entre ellos, se querían, se ayudaban
en el arte de querer y en la defensa de la felicidad.

Eran felices en su mundo de azúcar y de viento,
de todas partes venían a impregnarse de su aliento,
de sus claras miradas,
hacia todas partes salían los que habían conocido
portando sueños
soñando con profecías nuevas
que hablaban de tiempos de mariposas y ruiseñores
y de que el mundo no tendría que terminar en la hecatombe.
Por el contrario, los científicos diseñarían
puentes, jardines, juguetes sorprendentes
para hacer más gozosa la felicidad del hombre.

‘Son peligrosos’ -imprimían las grandes rotativas.
‘Son peligrosos’ -decían los presidentes en sus discursos.
‘Son peligrosos’ -murmuraban los artífices de la guerra.

‘Hay que destruirlos’ -imprimían las grandes rotativas.
‘Hay que destruirlos’ -decían los presidentes en sus discursos.
‘Hay que destruirlos’ -murmuraban los artífices de la guerra.

Los portadores de sueños conocían su poder
por eso no se extrañaban,
también sabían que la vida los había engendrado
para protegerse de la muerte que anuncian las profecías
y por eso defendían su vida aun con la muerte.
Por eso cultivaban jardines de sueños
y los exportaban con grandes lazos de colores.
Los profetas de la oscuridad se pasaban noches y días enteros
vigilando los pasajes y los caminos
buscando estos peligrosos cargamentos
que nunca lograban atrapar
porque el que no tiene ojos para soñar
no ve los sueños ni de día ni de noche.

Y en el mundo se ha desatado un gran tráfico de sueños
que no pueden detener los traficantes de la muerte;
por doquier hay paquetes con grandes lazos
que sólo esta nueva raza de hombres puede ver;
la semilla de estos sueños no se puede detectar
porque va envuelta en rojos corazones
en amplios vestidos de maternidad
donde piesecitos soñadores alborotan los vientres
que los albergan.

Dicen que la tierra después de parirlos
desencadenó un cielo de arcoiris
y sopló de fecundidad las raíces de los árboles.
Nosotros sólo sabemos que los hemos visto:
sabemos que la vida los engendró
para protegerse de la muerte que anuncian las profecías.

[Un poema de Gioconda Belli]

 

De alguna manera, este poema aúna todas las intuiciones y las pequeñas luchas que en mi cuerpo se mueven. Y también el futuro, mis hijas y mi hijo como sujetos por los que trabajar.

 

Wilma: Yo soy un desastre para títulos, autores y cosas así. Además, mi historia con la poesía es corta. Así que voy al presente. He utilizado últimamente dos poemas para rumiar sobre sendos temas que me importan y mueven cada día más: la ecología y el perdón.
Aunque uno de los primeros poemas que me removió sobre ecología fue “Cont(r)a mi nación”, de David Trashumante [nota de E.F.: poema que, por cierto, podéis leer aquí: http://unpoemacadasemana.blogspot.com.es/2015/04/contra-mi-nacion.html], el que me interpela más hoy es este:

 

UNOS POCOS

Íbamos a salir a la calle a tocar el bombo.
Teníamos buenas intenciones
pero terminábamos
mirando en silencio las estrellas
mientras otros tocaban el bombo.

En la inmensa libertad que disfrutan los niños,
los borrachos y los idiotas
nosotros decidíamos
-mira qué fuerte-
si ese era el día
en que íbamos a tocar el bombo.

Nos bastaba saber
que estaríamos allí cada noche,
más o menos puntuales,
bebiendo, fumando, riendo,
convencidos,
que es como estar derrotados
junto a otros muchos
sin saberlo,
y por eso mismo
convencidos
de que nosotros,
en cualquier momento
nos uniríamos a los pobres más pobres de la Tierra

para tocar el bombo.

Cuando nos diera la gana.

No esa noche que era casi siempre verano
y estaban las chicas en tirantes de por medio
y las increíbles historias del tito Camilo
y el cubata casi lleno

pero, ya te digo,
en cualquier momento,
todos juntos,
para tocar el bombo
y hacer, si no Historia,
al menos
un poco de ruido.

Pasó el tiempo

ni ruido
hicimos.

[Un poema de Antonio Orihuela]

 

Buenas intenciones, deseos, reflexiones, mías o de mi comunidad, que a pesar de la evidente y reconocida urgencia, no llegan ni a molestar el sueño (de nadie). Sin juicio, ¿eh?, que no lo pretendo. Simplemente para tenerlo presente. Y para espolear, aunque sea el (mío) orgullo.
Y para el perdón, diría: “Túmulo de viento”, de Miquel Martí i Pol [nota de E.F.: poema que podéis leer, por ejemplo, aquí: http://discosillibres.blogspot.com.es/2013/10/tumul-de-vent.html], pero como tiene que estar vivo…, va este. Porque a menudo trabajamos la reconciliación con otros y puede que se nos olvide reconciliarnos con nosotros mismos, con nuestra vida y nuestra historia:

 

MI VIDA HUELE A FLOR

He redondeado esquinas
para no encontrar monstruos a la vuelta
y me han atacado por la espalda.
He lamido mi cara cuando lloraba
para recordar el sabor del mar
y sólo he sentido escozor en los ojos.
He esperado de brazos cruzados
para abrazarme
y me he dado de bruces contra mi propio cuerpo.
He mentido tanto
que cuando he dicho la verdad
no
me
he
creído.

He huido
con los ojos abiertos
y el pasado me ha alcanzado.
He aceptado
con los ojos cerrados
cofres vacíos
y se me han ensuciado las manos.
He escrito mi vida
y no me he reconocido.

He querido tanto
que me he olvidado.
He olvidado tanto
que me he dejado de querer.

Pero
he muerto tantas veces
que ahora sé resucitar
-la vida es
quien tiene la última palabra-
He llorado tanto
que se me han hecho los ojos agua
cuando he reído,
y me he besado.
He fallado tantas veces
que ahora sé cómo discernir los aciertos de lo inevitable.
He sido derrotada por mí misma
con dolor y consciencia,
pero la vuelta a casa ha sido tan dulce
que me he dejado ganar
-prefiero mi consuelo
que el aplauso-.

He perdido el rumbo
pero he conocido la vida en el camino.
He caído
pero he visto estrellas en mi descenso
y el desplome ha sido un sueño.

He sangrado,
pero
todas mis espinas
han evolucionado a rosa.

Y ahora
mi vida
huele a flor.

[Un poema de Elvira Sastre]

 

Manu: Recuerdo un cd que cayó en mis manos hace demasiados años ya y que me descubrió a José Martí (“Versos Sencillos”), musicado por Pablo Milanés. Algunos poemas como “Banquete de Tiranos” me estremecieron. [Nota de E.F.: podéis escuchar, en la voz de Milanés, este poema de José Martí en: https://www.youtube.com/watch?v=G4QUFSIaVhk].

 

BANQUETE DE TIRANOS

Hay una raza vil de hombres tenaces
De sí propios inflados, y hechos todos,
Todos del pelo al pie, de garra y diente;
Y hay otros, como flor, que al viento exhalan
En el amor del hombre su perfume.
Como en el bosque hay tórtolas y fieras
Y plantas insectívoras y pura
Sensitiva y clavel en los jardines.
De alma de hombres los unos se alimentan:
Los otros su alma dan a que se nutran
Y perfumen su diente los glotones,
Tal como el hierro frío en las entrañas
De la virgen que mata se calienta.

A un banquete se sientan los tiranos,
Pero cuando la mano ensangrentada
Hunden en el manjar, del mártir muerto
Surge una luz que les aterra, flores
Grandes como una cruz súbito surgen
Y huyen, rojo el hocico, y pavoridos
A sus negras entrañas los tiranos.

Los que se aman a sí, los que la augusta
Razón a su avaricia y gula ponen:
Los que no ostentan en la frente honrada
Ese cinto de luz que en el yugo funde
Como el inmenso sol en ascuas quiebra
Los astros que a su seno se abalanzan:
Los que no llevan del decoro humano
Ornado el sano pecho: los menores
Y los segundones de la vida, sólo
A su goce ruin y medro atentos
Y no al concierto universal.

Danzas, comidas, músicas, harenes,
Jamás la aprobación de un hombre honrado.
Y si acaso sin sangre hacerse puede,
Hágase… clávalos, clávalos
En el horcón más alto del camino
Por la mitad de la villana frente.
A la grandiosa humanidad traidores,
Como implacable obrero
Que un féretro de bronce clavetea,
Los que contigo
Se parten la nación a dentelladas.

[Un poema de José Martí]

 

El segundo es un poema tuyo, Quique. Lo traigo aquí porque nos lo dedicaste, allá por el 2003, cuando empezaba nuestro compromiso con tantos compañeros y compañeras de la ‘Ignacio Ellacuría’. Palabras que siguen hoy igual de vivas y de vigentes que aquel día. Además, te agradezco con este poema tu labor de descubridor de tanta poesía y de tantos poetas a los que no la podemos vivir tan cotidianamente:

 

TODOS VOSOTROS

Para ser la mano y la protesta
que combaten con pan la bruma en un cuchillo.

Para transformar el miedo largo que nos sitia
y decir que no hay victoria
ni en los perros del amo ni en su caza del hombre.

Porque van a mirarnos los hijos del tiempo
altamente en su grito hermano decisivo
cuando estalla con la siembra su asirse a la esperanza.

Porque la vida, pese a todo, importa y con ella resistimos,
así puedas tú abrirme y escucharme:
que aquí se te invita a levantarte.

Por detrás del precipicio,
clarea urgente el canto de la espiga
desde el suelo que sois todos vosotros.

[Un poema de Enrique Falcón]

 

Dani: Pues ahí van mis dos poemas. El primero, el de David González, golpea en mí de diferentes formas. La más evidente es que me hace conectar con mi rabia, emoción para mí desconocida, de la que no tengo noticia en mi experiencia consciente, o si la tengo la sofoco hasta el extremo de no poder hablar sobre un Dani rabioso. El poema me refleja la función de la rabia como necesario nutriente para afrontar los abusos, la violencia y la injusticia. Me muestra un modo de encauzar la energía, la vitalidad, para seguir vivo y no a cualquier precio. Me ayuda, en definitiva, a tratar de estar cerca de una inmensidad rabiosa.
El segundo, el de Jorge Riechmann, pone palabras a lo que en mi atrevimiento denomino mi vocación: tratar de acompañar. Hace años que sé que más bien lo que busco es ser acompañado. Me aterra la soledad. Ahora vivo que no es posible acompañar sin ser acompañado, imposible tocar sin ser tocado. Y junto al poema para mí crece la intuición de que no hay dirección predeterminada. Se trata “sencillamente” de estar ahí.

 

NADIE A SALVO

expondré los hechos
tal y como sucedieron:
cronológica y objetivamente:

luego: las preguntas:

pero primero los hechos:

la otra noche:
a eso de las tres y media de la madrugada:
un coche de paisano de la policía
que circulaba en sentido contrario por la calle muelle de oriente
frenó de golpe: en seco: derrapando:
entre la pizzería vesubio & el pub la sal:
y de su interior:
pistola en mano:
salió despedido un estupa que:
apuntándome con su arma reglamentaria:
gritó: y son palabras textuales:

¡quédate quieto ahí donde estás, hijo de la gran puta:

me quedé: quieto: como la luz de una farola:
y cuando el secreta llego a mi altura:
en voz baja: conciliadora: voz de jesuita: le pregunté:

¿sucede algo señor agente:

escucha: maricón de mierda:
como no te calles la boca ahora mismo:
te subo al coche
y te tiro por la campa torres abajo:

la campa torres: oppidum noega:
es un promontorio: una especie de acantilado
que domina la mar del cantábrico:
se trata de un castro primitivo
en el que antaño vivieron los cilúrnigos:
uno de los veintidós pueblos de los astures:

acto seguido:
sin más contemplaciones:
y sin identificarse:
me empujó violentamente
contra la persiana metálica de la sal
y procedió a cachearme:
demostrando su incompetencia en la materia:
no me encontró el polen de dios
que guardaba en uno mis bolsillos:

me ordenó entonces sacar todo lo que llevase en ellos
y en mi bandolera gris de la casa george, gina & lucy
y dejarlo todo sobre un suelo sucio: borracho: con meos y vómitos:
momento que aproveché para decirle:
porque ya me había funcionado en otras ocasiones:
en voz baja: conciliadora: voz de jesuita:

escuche, verá, yo soy un poeta que iba para mi…

¡que te calles la boca de una puta vez,
poeta de mierda,
o te subo al coche
y te tiro por la campa torres abajo:

abajo están las rocas:
y las olas rompiendo contra las rocas:
lavando mi sangre
y llevándose mis despojos:

bien: hasta aquí los hechos:

ahora las preguntas que me sugieren
y que le voy a formular a este calcetero:

cuando llegas a tu casa:
¿tienes por costumbre apuntar a tu parienta con
tu arma reglamentaria y gritarle:

¡quédate quieta ahí donde estás, hija de la gran puta:

¿también amenazas con tirarla por la campa torres abajo:

¿también la empujas violentamente contra una pared

y la cacheas para ver si encuentras la leche de otro hombre,
uno de verdad, arrollando por sus muslos:

¿también amenazas con tirarla por la campa torres abajo:

cuando llegas a tu casa:
¿tienes por costumbre apuntar a tus hijos con
tu arma reglamentaria y gritarles:

¡quedaos quietos ahí donde estáis, hijos de la gran puta:

¿también amenazas con tirarles por la campa
torres abajo:

¿también les empujas violentamente contra una pared

y les cacheas para ver si encuentras unos putos
porros en sus mochilas escolares:

¿también amenazas con tirarles por la campa
torres abajo:

no: vigolero: espera: no me respondas todavía:
hazlo después de la publicidad:
después de que tu cómplice haya comprobado mi papela:
te la devuelva y te diga:

está limpio:

¡ah:
pasmuti:
y si por un casual lees este texto:
vete olvidándote de subirme al buga
y tirarme por la campa torres abajo:
con la incompetencia: manifiesta: que te caracteriza
casi fijo que ni habrás

caído

en que este poema: este poema es:

mi mejor

seguro

de vida:

[Un poema de David González]

 

 

VEN, TE ACOMPAÑO

-para LEJOS, en toda su proximidad.

La palabra acompañar es una de las hermosas de la lengua castellana.
Aparece ya en el Cantar de Mío Cid (1140); en su etimología encierra el compartir el pan.
Acompañar, quizá la forma más básica de la atención, que es la virtud primera del ser humano, ligera con entrambas alas (el ser atento y el estar atento).
Un anciano que se encamina hacia las últimas preguntas agradece ser acompañado. También la niña que ingresa en el zumbante matorral de enigmas necesita ser acompañada. Pero, de forma quizá menos obvia, desde la diáfana soledad de cada uno, todos y todas precisamos ser acompañados.
No tanto la estaticidad y formalidad de la compañía, como ese acompañar que está en movimiento, acompañando al que se mueve, más cordial y cercano.
El amor tiene algo de excesiva montaña rusa entre el cielo y el infierno. Los sabios psicoanalistas nos dicen que la relación sexual no existe. Y resulta dudoso que consigamos nunca ayudar al otro, en el sentido más riguroso del término. En cambio, siempre podemos acompañarle un trecho de camino.
Desde las formas más fáciles de acompañar -acariciar a la gata rumorosa- hasta las situaciones extremas de acompañar donde no se puede acompañar: el agonizante, la parturienta. (Pero los seres humanos no salimos adelante sin hacer lo que resulta imposible hacer, por lo menos varias veces al día.)
La falta peor en que podríamos acaso incurrir, ¿no es haber rehusado acompañar a quien mudamente de verdad lo necesitaba?
No puedes responder a la pregunta del otro, pero sí que puedes acompañarle mientras recorre su propia formulación.
Precisamente porque no hay respuestas y el tiempo pasa: acompañar.

[Jorge Riechmann]

 

Quique: Acompañar en un trecho del camino… Anteayer mismo, tras finalizar un recital de poesía aquí en Valencia, un muchacho del público se acercó al poeta Antonio Martínez i Ferrer para decirle lo siguiente (y os lo cuento intentando ahora recordar cómo anoche me lo contaba exactamente David Benedicte, que presenció aquel momento): “Disculpe, quería darle gracias por los poemas que acaba usted de leer. Soy lo que algunos llaman un ‘sin techo’ y quería decirle que solo por escucharle a usted durante este rato ha merecido la pena vivir todo este día”.
Bien. Los cuatro habéis estado presentes en diversos recitales donde habéis podido escuchar, en carne viva, a algunos de los autores/as que suelen ser etiquetados/as como “poetas de la conciencia crítica” (y no deja de ser eso una categoría problemática y provisional, tomémosla al menos con sentido del humor). Sin buscar ahora una valoración vuestra sobre cualquiera de estos recitales, querría pediros que recordarais el tono general de los poemas que en aquellas ocasiones tuvisteis la oportunidad de escuchar. De otra manera: con esos poemas en concreto en la mano, ¿cómo valoraríais la salud, las potencialidades reales, los logros y también las limitaciones, de la llamada “poesía de la conciencia crítica” que debió de compartirse y escucharse durante esos eventos?

 

Cris: Mi experiencia más reciente fue el pasado sábado en el festival Intramurs. No sé valorar la salud y las potencialidades reales, solo sé que llegamos corriendo, tarde… Cuando entramos, Inma Luna (de la que jamás había ni oído ni leído nada) estaba recitando; empecé a escuchar y algo por dentro se me paralizó y a la vez me removió. Me apoyé en un pilar que tenía delante y ya no pude separarme hasta que terminó. Para mí, y en ese momento, había mucha Vida en cada palabra. [Nota de E.F.: podéis escuchar un conocido poema de Inma Luna, a través de la música y de la voz de Niño de Elche para su disco “Voces del extremo” (2015), aquí: https://soundcloud.com/ninodeelche/nadie?in=ninodeelche/sets/voces-del-extremo].

 

Manu: Yo también me voy a quedar con ese recital de David Trashumante, Inma Luna y Quique Falcón al que acudí con Cris la pasada semana. Se nota que no vais “de farol”, miráis al mundo y dais una vuelta de tuerca a la realidad. Sois valientes porque habláis en nombre de otra gente que sufre y no puede, no sabe o no se atreve a decir todo eso que decís. También me encantó ver vuestros rostros cuando no recitabais: mientras recitaba el resto. Asentíais con sus versos, se notaba que os admiráis y os escucháis. David me habló de Quique como uno de sus referentes al acabar el recital. Quique admiraba la vida de David. Inma lograba conectar con lo más profundo con tan pocas palabras…
Tuve una sensación muy fuerte de que lucháis en el mismo bando, de que sois imprescindibles y de que lo vuestro solo puede ser concebido como una tarea colectiva, porque subvertir todo eso que recitáis es tarea, es llamada, y muy probablemente necesitará relevos cuando vuestras fuerzas fallen. Creo que por eso nos removéis tanto en vuestros recitales siendo tan distintos.

 

Wilma: Pues yo creo haber estado en un único recital de poesía en mi vida y no tengo recuerdo emocional de él. Como he dicho, a mí me recita Dani y en algún caso he escuchado en youtube alguna declamación. Así que igual esta respuesta es mejor omitirla. Pero diría que (ignorante de mí) no me gusta escuchar poesía. No siempre: a veces me impacta, me llega y sobre todo me conecta con Dani, pero es necesaria una predisposición que no siempre tengo cuando “me asalta” y sin embargo reconozco que agradezco el asalto y que ojalá pudiera pararme a escuchar de verdad. Y a medida que digo esto me doy cuenta de que se trata de eso, de quedarme a medias, de no poder saborear eso de un modo entero, de que va demasiado rápido y no puede dejar poso. Así que quizá lo tengo pendiente antes de poder juzgar.
Otra cosa que me cuesta es el tono con que se recita: me resulta artificial, impostado y eso me dificulta la conexión. No siento que la persona sienta lo que lee y me cuesta “creerla”: necesitaría que me hablasen con su voz, que no se distanciaran (así lo siento yo) de lo que dicen con una entonación que no es la suya, que permitieran que lo que leen les toque el corazón y les tiemble la voz o griten o susurren su intimidad, no solo en el contenido sino también en la forma, como cantando. Pero en fin, ya digo: desde la ignorancia.

 

Dani: Mi recuerdo de diveros recitales es, sin embargo, muy potente. Siempre tengo la sensación de fragilidad en los recitales. Será por los espacios en los que he escuchado los recitales, o por el grupo humano que nos reuníamos, o simplemente seré yo. En cualquier caso siempre experimento una mezcla de vulnerabilidad y de fortaleza.
La tentación es pensar que lo pequeño goza de poca salud y es limitado. Pero creo que los autores (los que escriben, leen y escuchan) son plenamente conscientes de su “pequeñez y limitación” y precisamante es eso lo que los hace auténticos, en el sentido de plenamente vivos. Y es ahí donde encuentro su buena salud y potencia.

 

Quique: Sigamos entonces con creaciones concretas y creo que también potentes… Me gustaría que os acercarais a este poema, “Capitalismo”, de Ana Pérez Cañamares:

 

CAPITALISMO

El hombre seboso y trajeado se cuela en nuestra cama cada noche (…)
[ …: el poema completo lo tienes, en castellano y en inglés, en:
https://poesiaindignada.com/2013/10/05/capitalism/ ]

(…)
por la vida que nos robaron
por la vida
mi amor
por la vida.

[Un poema de Ana Pérez Cañamares]

 

Pues bien: acerca de precisamente este poema y en cierta conversación que mantuvimos algunos/as no hace mucho tiempo (“Disidencia, resistencia, palabra, acción. Coloquio sobre poesía crítica”), me pronuncié de la manera siguiente:

(…) ¿Por qué un poema como este [“Capitalismo”] provoca lo que creo que provoca entre tanta gente que me rodea y que lo lee? Provoca (creo): indignación que moviliza, identificación de las claudicaciones de nuestra vida cotidiana, rebelión emocionada, y lúcida, reconocimiento de ser-mujer, ensanchamiento de mis posibilidades de liberación, cuestionamiento también de las limitaciones de esta, apercibimiento de las (tan a menudo) invisibles relaciones entre gestos de vida “privados” y situación común, energización del deseo que nos cambia, subrayado de nuestra propia dignidad (personal y de clase)… ¿Qué de ese poema provoca eso? ¿Por qué otro poema —con el mismo “tema”, parecida voluntad crítica, deseo de “alcanzar” o de acompañar a un semejante tipo de personas lectoras, etc.— no lo consigue hacer? Sé que psicólogos, teóricos de la comunicación y sociólogos nos darían respuestas. Pero ¿qué diríamos nosotros con ese poema en la mano? Asumiendo que ese poema es, como cualquier otro, un “artefacto de palabras”, y no “de inefabilidades”, ¿qué estrategias retóricas de escritura ha desatado? (…)

En fin, la pregunta que os hago, tras la lectura de ese poema, busca indagar qué podría “provocar” en cada uno/a de vosotros/as (si es que, efectivamente, algo puede “provocar” en vosotros/as) este poema en concreto.

 

Manu: Me siento absolutamente ensuciado. Este poema describe con una lucidez absolutamente extraordinaria la “sala de máquinas” del sistema, su “hoja de ruta”, su plan para con nosotrxs. Pero este poema no puede ser solamente un “artefacto de palabras”, Quique. Lo que me provoca, conecta con un “algo” que a su vez provoca en otros muchos; algo así como una comunión de personas resquebrajadas en lo más profundo de su ser por la maldad intrínseca de un sistema perverso. Creo que el poema conecta porque nos representa como sujetos sufrientes de sus acciones. Este poema nos retrata como víctimas. Y pienso que lo somos. Nos quiere depresivos, paranoicos, desconfiados, cansados, apresurados, débiles, insatisfechos… Nos roba la conciencia, el tiempo, el trabajo, la familia… pero no podemos permitir que nos gane la batalla.
No somos así, aunque en ocasiones actuemos como sus más fieles portavoces. Todas las personas estamos llamadas a ser libres y felices, y precisamente el poema nos lo recuerda, como una esperanza de venganza que siento común entre todxs nosotrxs. El capitalismo es como una bacteria que nos coloniza y nos enferma, pero no somos él. Pero es tal la identificación con sus valores, que llego a pensar que para la destrucción del capitalismo es necesaria una buena autodestrucción personal. Estamos demasiado “ensuciados”. Nos encontraríamos a la intemperie, pero nos habríamos liberado y podríamos mirarnos orgullosos de que no hubiera ganado la última batalla. Que se convierta en el dueño de las vidas de mis hijos, me aterra.

 

Cris: A mí me recuerda mis limitaciones y mi tolerancia a un sistema que, en realidad, me asquea. La referencia que hace a la cotidianidad, a los gestos y actos diarios me provocan vergüenza y dolor en lo profundo, por mi cansancio casi perpetuo, por esos “minutos de la basura” que dedicas a los que tienes en casa, por ese día a día que te pasa por encima… Pero, a la vez, el poema me remueve y me llama a no quedarme quieta “viéndolo pasar”, a anunciar que no va a poder con nosotros porque, no sé exactamente de qué manera, lograremos salir de él. A empoderarme.
Me impacta también tu comentario, Quique, ese “adivinar” nuestros sentimientos frente a este poema. Supongo que hay mucho de empatía y también de estar en el mismo equipo.

 

Wilma: Pues a mí me produce urgencia y ganas de coger un altavoz para lanzarlo por las calles. Escuchad, escuchad. Lo primero que hice tras leerlo fue compartirlo, reenviarlo.
Y me reconozco y me consuela: “no soy tan rara, no soy yo sola, no se me va tanto la pinza”. Pero al mismo tiempo, necesito tanto que otros se reconozcan. Despertad, por favor. Otros más fuertes, más inteligentes, más valientes que me ayuden a salir de la estación.
A veces me pasa que me siento como si estuviera sentada en una estación, viendo pasar el tren de la película Snowpiercer, aquel en el que va toda la humanidad dando vueltas en círculo en su realidad artificial, sin parar ni salir nunca porque el resto del mundo está helado y es peligroso, incompatible con la vida, y sé que me miran y piensan que se debe de estar genial en mi lugar pero tienen miedo de perder el tren, y yo lo que deseo y espero es que se bajen, para que me ayuden a salir de la estación, porque sola no me atrevo.

Ese poema es lo que les daría para “convencerles”: vamos.

Curiosamente, también me hace sentir poderosa, como en el canto, con voz potente: ¿podría hacerlo oír a cientos sin la ayuda del altavoz?

 

Dani: El poema me provoca tristeza, en primer lugar, por lo que he perdido. A continuación, o a la vez, rabia (con la que me cuesta conectar personalmente) ante el abuso al que se me somete y al que yo también contribuyo de alguna forma. Me invita a reflexionar en qué medida yo contribuyo y de qué forma puedo dejar de hacerlo. También me abre los ojos para ver cómo y por quién soy oprimido. También aparece el deseo de compartir tanto el poema como lo suscitado por el mismo.

 

Quique: Me gustaría ahora que leyerais este par de poemas (quizás los conozcáis ya). Son dos de la muestra de siete poemas que, el pasado mes de septiembre, la gente de “El Viejo Topo” publicó en su número 344 para un dossier sobre poesía crítica actual que fue coordinado por David Becerra Mayor. Este es el primero:

 

Unos pocos hacen historia:
los más la sufren.

De tanto en tanto quienes sufren la historia
tras sufrir demasiado
se exasperan, y eruptivamente
se echan a la calle a hacer historia:
son días de grandes borracheras
grandes carnicerías
grandes revoluciones.
Días que son horas y luego son minutos.

Después, quienes hacen historia
recuperan las posiciones
desde las que pueden hacer historia.

¿A ti qué te parece:
podemos desuncirnos de esta noria?

[Un poema de Jorge Riechmann]

 

Y este, el segundo de ellos:

 

SISTEMA

Compañera, tus uñas azules y no rojas:

Estudio de las falsas teorías.
Los adioses muy blancos como mares de nieve
y los negros perfiles, los sicarios del miedo.
Se retrasó la Historia, sentí el frío letal
del fracaso, la ruina, las vértebras cansadas.

Se necesitan cursos intensivos y largos
sobre el ciclo del hielo y su andamiaje,
para así contemplar los tanatorios
del hambre, las plegarias tan humildes
sin respuesta precisa desde los rascacielos.
Sólo existe un sistema, sin reglas ni principios,
que practica –algo torpe– el desescombro
que arroja de aplicar el salvajismo.

Se necesita química, terapia, indiferencia,
para no vomitar ni desmayarse
como lo haría un maldito cobarde.

[Un poema de Isabel Pérez Montalbán]

 

No se trata de compararlos, sino de encararles nuestras vidas, y también las vidas de otros; ver qué dicen, qué podría estar diciendo cada uno de estos poemas a todas estas vidas, y en concreto a las vuestras y a las circunstancias sociales, cotidianas y políticas en que cada uno de vosotros vivís. Esto es: ¿a qué zonas de esa vida compartida os lleva cada uno de los dos poemas anteriores?

 

Dani: Desde mi trabajo con personas que tienen problemas adictivos y mentales (y existe una clara relación entre dichos sufrimientos y sus intentos de sobrevivir y adaptarse al entorno), creo en la posibilidad del cambio. Y creo porque lo veo en ellos y ellas: el apoyo mutuo, acompañarnos aun cuando mi mundo y su mundo son distintos, pero dejando que nos invada la curiosidad profunda por el mundo del otro. La curiosidad desde mi experiencia refleja interés por el otro, me importa lo que te pase porque tiene que ver conmigo. Yo también soy un adicto, un dependiente y un loco. Entrelazando historias, religándolas, podemos desbancar la Historia. Podemos vivir experiencias y desbancar la Verdad.

 

Cris: Precisamente, en estos días, los que hacen la historia están recuperado las posiciones, mientras que los que se echaron a la calle buscando un cambio de las estructuras vuelven a casa y se preguntan si aquello sirvió de algo. No son días fáciles para ser optimistas.

 

Wilma: Yo me siento un poco atascada frente a ellos. La razón y la emoción se me pelean dentro por prevalecer y parece que gana la de siempre. Se me despierta un potente sentimiento maternal de acogida, de secar lágrimas, de aliviar dolor, de descargar peso, de regalar optimismo, de borrar o relativizar terrores. Pero al mismo tiempo soy consciente de que eternamente estaré recibiendo a hijos vapuleados y doloridos, asustados y presionados, que solo querrán esconderse entre mis piernas si no les doy armas. Y no pueden ser únicamente armas defensivas (esto me entristece) de su esencia, de su “fortaleza”. Para que no sean parches, tiritas, un cura-sana… Armas para el ataque o al menos herramientas para desuncirse, cuando nadie les vea, si se atreven.
Y luego está, siempre, la tentación de la huída. Cuando flaquean las fuerzas, reservar las que me queden para ese camino, correr a esconderme llevándolos en brazos. Contar solo conmigo y lo que pueda tirarme a la espalda. A pesar del camino recorrido, aún no aprendí a apoyarme en los otros, aunque la razón me diga: “son imprescindibles”.

 

Manu: Al leerlos me surge un sentimiento muy fuerte de interpelación. Estos poemas me piden que tome partido por la subversión activa del sistema. Pero como paso previo necesito pedir perdón a los que sufren la historia. Porque estoy en el bando de los que la “hacen”. Ojalá puedan perdonarme (perdonarnos), para que legitimen nuestra lucha, sabedores de nuestras debilidades. Supongo que los verdugos siempre encontraremos justificaciones para sentirnos víctimas, pero quiero estar junto con los que sufren. Es mi deseo y es mi oración.
Sufro fuertemente la angustia de querer revertir el curso de la Historia con una vida llena de paradojas y comodidades. Para ello pido mucho, pido saber elegir bien, pido fortalecer mis compromisos, pido fortaleza para poder luchar una batalla absolutamente desigual (sé lo que suponen la química, la terapia y la indiferencia) para no morir engullido por esta neurótica existencia. Pero de ambos poemas quiero rescatar la posibilidad de esperanza con la pregunta que se nos vuelve a abrir continuamente. Es una invitación a vivir organizados y preparados para desescombrar, para encontrar algo nuevo.

 

Quique: Para ir finalizando, os propongo un “ejercicio” que me gusta plantear a la gente. Mañana mismo, un hombre, una mujer, escribirán un poema. Cualquiera de ellos comparten nuestro mundo y cualquiera de ellos está totalmente habilitado para desplegar todas las posibilidades de escritura propias de su oficio. Pues bien: desde donde cada uno/a de vosotros/as cuatro trenzáis vuestras vidas, desde con quiénes y para quiénes vivís, y también teniendo en cuenta para qué (y cómo) compartís ahora vuestra vida… ¿qué le pediríais cada uno de vosotros a ese, a esa, poeta que mañana va a volver a ponerse a escribir?

 

Cris: Pues yo necesito que ponga palabras a lo que siento, a lo que vivo. Necesito seguir leyendo lo que no sé expresar. Y necesito que siga expresando ideas y sentimientos de manera bella y cuidada.

 

Wilma: Creo que pediría: ¡encorajad! Creo que ya no necesito denuncia, ni empatía con el dolor. Necesito valor, belleza, calor en el corazón, hermandad, futuro. Posibilidad.

 

Manu: Por mi parte, yo le pediría que viviera con pasión. Que sintiera la urgencia de la poesía. Que abriese muy bien los sentidos al mundo. Que trabajara su egoísmo e intentara escaparse de ese pegajoso solipsismo acrítico, hipnótico y adormecedor que nos invade y se nos impone. Que tomase partido por los que sufren, habiendo amado y habiendo sufrido sus propias debilidades. Que pusiese nombre y apellidos a la injusticia, pero que, sin Amor por el Hombre, no escribiese poesía. Que leyera el poema “Hermanos míos”, de Modou Kara Faye:

 

HERMANOS MÍOS

Es preciso que llevemos así el mundo de costado
Sé de carreteras desviadas
De apetitos profundos
De miradas sin salida
De mentiras encanecidas
De odio en el odio mejorado
De fraternidad engañada
De amor crucificado
Del antepasado abofeteado
Del padre abofeteado
De la madre abofeteada
Vigilo ese cielo esas tierras esos hombres esas mujeres
Esos niños que ya no cantan
Esas madres que ya no acunan
Esos padres de lejos padres
Esos viejos que ya no cuentan
Vigilo ese país mi país
Ese país loco por sus hijos
Loco por su libertad
Infiel a sus sueños
Pero el mundo se orina en un baño de sangre
Y a las mujeres se les amputa el deseo de amar
A los hombres el deseo de envejecer
Y mis sueños se llenan de peces asados
Dejadme acurrucado en lo profundo de mis cuevas
Pues el día avanza sobre juventudes amargas
Y desvela viandantes sin caminos
Y revuelve el exilio guardado
Mañana quizá devolvedme el día
Pero dádmelo sólo si el niño
Aprende a jugar de nuevo
La madre a acunar el soldado a enternecerse
Ensayo la noche fiel
El día silba a los harapos
Introduce la vergüenza en la calle
El día da la paz del mundo sin tapujos
Que ya no se vote más por el amor del hombre
Que ya no se pertenezca a un solo país
A una sola raza
A un solo continente
A una sola felicidad
Sino a todos los países
Todas las razas
Todos los continentes
Todas las felicidades
Entonces los corazones todos los corazones
Terminarán de amasar la suave arcilla para el mismo
                                                                    [dulce techo de los hombres
Mis hermanos
He acabado por habitar el cielo del mundo
Y la sangre interminable de los días
Pero puesto que he experimentado el sufrimiento
Sé que el amor existe
Y pues que el amor existe ya no quiero llorar
Porque tarde te cortejé
Ya no podré odiar más
Pues he vivido todas las estaciones
Perdonaré siempre…
Oigo ya la lluvia sobre mis sueños de junio
Por fin volveré a dar vida al ideal roto
En nombre de la pared levantada del Amor
Firme en mis silencios
El alfabeto de mi lengua empieza por
Comunitario
Mi Salvación está hecha de Amor
Y soy soldado de una patria infinita.

[Un poema de Modou Kara Faye; traducido del francés por Pep Buades]

 

Modou llegó a España, dejando atrás su tierra natal (Senegal), cuando tenía tan solo 16 años. A los dos de llegar a estas costas, murió en un hospital de Alicante, con 18 años de edad, dejándonos (entre un variado puñadito de papeles, con versos escritos en francés) este poema. Llevaba dos años escribiendo poesía.

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