CARLOS DE LA CRUZ

INSTRUCCIONES PARA ROMPER CON DIOS Y LA PROPIEDAD PRIVADA

Hay que poner el nudo de las manos debajo del agua toda la mañana para que los huesos ablanden y se callen los alacranes del verano.
Hay que tener una palabra despierta con los bordes de barro, las alas de cera, los puños metralla, los pies maza del camino yunque elástico del atajo torcido.
Para romper con dios hay que mear torcido contra los perros, hay que devolver los golpes uno a uno.
Golpear primero cuando se tenga la oportunidad. Dejar de escribir, dejar de leer, dejar de ser amable con el enemigo: lobo no huele culo de lobo.
Para romper con la propiedad privada tengo la carne quemada, la historia arde y nadie se ha enterado.
Para que no se nos echen encima después de toda la noche pelean, para que no se nos hagan pedazos las formas y las curvas, para que no tengas que explicarles a tus hijos por qué corrías, para que no vengan a morirse dentro de casa porque detrás venían hombres y mujeres agitando pañuelos.
Para que la mansedumbre sea un privilegio de los vencidos, como el vodka y la sombra de los testigos involuntarios.
El territorio recortado con las uñas del espanto, la forma y el estribillo de las cordilleras, los dragones dormilones y las madres entregadas a la historia colectiva.
Los libros arden mal, dice, pero son hermosas armas arrojadizas.
Primero llevar la cuenta, no perdonar a nadie, no dejar que se cuelen en la fila de la pescadería, no dar señales, nadie debe reconocer tu dolor, no estás hecho de madera, no ardes.
Tenemos heridas que no se cierran y no le interesa a nadie ubicar sus coordenadas.
La propiedad privada se desmorona. Baja la marea y se alejan las olas.

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INSTRUCCIONES PARA SALIR DEL HUESO

Arranca de la luna el espacio de los huesos de la sábana la luna es un lugar común todos tenemos una idea de lo que puede hacer y de lo que no puede hacer
yo no sé muy bien qué hacer con la luna pero tampoco sé muy bien qué hacer con otras cosas:
los nervios y la cera que recubre los nervios
la puerta que se abre la puerta que se cierra
que tengas un diente en la palma de la mano
que ese diente no sea de leche
que puedas hacerte daño cuando aplaudas
que puedas hacernos daño cuando te vayas
de los huesos la parte blanda de los nervios el nudo de los pies el pequeño de tus pechos el despierto.
no te voy a descubrir a estas alturas que este viejo gigante tiene las sienes de barro las manos de sal que corre despacio que sabe un par de cosas y olvida el resto que cubre de lana las manos de los muertos que lame la lengua de los perros que lame la sombra de la lengua de los perros que escupe en francés y baila con Zorba y miente como miente franco nero.

Usa la sal
esconde las manos
usa cerillas
usa caballos
deja que corra la sangre
-la sangre tiene los pies ligeros-
las manos frías la nariz fría los dedos fríos
deja que corra la nuez de la sangre sobre la luna
la raíz tienes las rodillas frías
podría escribir sobre tus rodillas toda la noche
los chicos siguen en la calle
arde y tiembla la calle las rodillas calientes de la calle
todo este sol naranja jarabe para la tos
mi idea de la revolución era que todo saltara por los aires
y permanecieran intactos los zapatos
porque sin zapatos no hay posibilidad de salir de la ciudad
¿arden las calles y no tienes zapatos?
no vas a llegar muy lejos sin un par de buenos zapatos
cuando llueve o nieva o salen bolas de calor en las azoteas
el sol se toma su tiempo la lluvia las cornadas del invierno
tomo la palabra:
los gigantes son de esa clase de ciudadanos que recogen con ternura del suelo
en bolsas verdes las excusas de sus muertos.

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INSTRUCCIONES PARA SER VOSOTROS

Hacemos daño ruido sombra surco sal por toda la herida menos por una.
Peces dorados ruedas de amianto luces que se quiebran al rozar la bujía del grano de café de un pezón.
Tenías razón las piedras no tienen sombra tenemos ubre musgo nervio pero no tienen sombra por ninguna parte menos por una.
Y eso que ha pasado tiempo entre la primera guerra y la segunda embestida. Pero no nos vamos a poner exquisitos con los detalles.
Los hermosos perdedores los que bailan descalzos sobre las cenizas de las raíces de las ciudades y de los huesos calcinados de los bueyes.
No somos nosotros no son la silueta de los gigantes que tallamos en la axila de nuestros hijos para que regresen a casa no son nosotros son ellos detrás de una cortina son vosotros debajo de un río de una piedra torcida son las válvulas que tensan los nervios y desentierran las dentaduras.
Tajadas de aluminio puños al viento caderas de sal acople y distorsión sólo son hijos de los hijos de los caballos que se negaron a salir del surco pero seguimos cargando la reja del arado romano porque la forma no tiene sentido si no se estira hasta que los huecos silban como alfileres.
Hemos marcado las ventanas con grasa. Hemos dejado un martillo cerca del cenicero.
El mundo termina cuando se contrae la víscera del océano.
No soy yo
somos vosotros.

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