ÁFRICA PARADISÍACA
África paradisíaca:
de tanto exprimir el puño en el recio
polvo de siglos, de tanto enseñar
los dientes a las lluvias crudas
del Encuentro, perduraste en la estera
sobria del atraso, entre estelas grises
de la nada, oh tú, homérica heroína
que deshonraron los impuros pactos
de la Historia, tú, África sin atalaya,
crisol de reliquias ¿hoy sin altura?
*
Dueño de todas las conchas creadas,
Herrero de todas las teces, todos los tonos,
Justo Juez que entre diversos matices
reparte carne y mijo; Heraldo del pañuelo,
del mundo que devotamente aguardas
en el grisáceo zaguán de mi herencia negra:
Vinieron contigo; mas Tú, sin ellos,
ya indicabas la senda de la Cruz
a la que íbamos a subir
a nuestras africana manera.
*
Pasaron repetida
e infinitamente las siembras
y yo, vástago de una tierra
balcanizada y avasallada,
desde el partito feo
del injusto e inhumano reparto,
me acurruco en la cuenca
cóncava de tu manos
y lloro, dividido como caña,
flexible como junco
llamado a crecer en la dolorosa
intersección de extrañas culturas.
Devuélvanme la luz de la vida
con todo su corolario.
*
Lejos de las extremidades
de un mar rayado de pateras,
desde un rincón abierto al siglo
veintiuno sangro y peno,
no por todo lo que pasó
o por lo que ha pasado.
Pues con la cruz a cuestas,
lloro y canto como tú, hermanito
de otra sierra que conociste
la vigente tragedia de la trata negrera,
como tú que hoy le cuentas a la brisa
cómo ser negro y resistirse a Europa,
lejos de una isla vestida de harapos,
cuyo oro robaron sucesivos invasores.
*
¿Te mueres por lo que pasó
y por lo que sigue pasando?,
África paradisíaca,
madreselva desnuda
que ahuyentan pájaros
de añejo agüero; África paradisíaca:
selva de ébano rebosante
en otros cielos de clandestinos
a los que no besa ninguna tapia
mortífera, ningún desierto adonde
van a morir las ilusiones,
y ningún mar del que pueda salvarse
la imparable obstinación
de los náufragos de melanina.
*
Canto desde un país que conoció
el hasta ahora callado genocidio galo;
canto desde el híbrido territorio
de mi transgredida intrahistoria.
Y desde la luz mi gemido es lágrima añil
que enjugaron aves de la llanura.
Mi canto su desesperado grito
que sólo despertaba a nadie,
oh milenaria trova atroz
que metódicamente sepultaron
los reyes de tu fortuna violada,
cuyo drama fue impune tifón
de moda en la tierra antes tranquila,
la tierra hoy acongojada y ¿vacía?
Mi verso es grito que dieron los bravos
genitores de la aurora bantú.
*
Desde mi lecho de soledad hecho jirones
escribo, desde el resquicio de luz
que arrancar no pudieron
los huracanes de la Historia.
Escribo desde que exprimes el puño
en la tenebrosa oscuridad.
Escribo desde que te resistes
a ser oveja negra
para neocoloniales holocaustos,
África paradisíaca,
oh inamovible esqueleto
de nuestra elefante ilusión.
Devuélveme, Soledad, el uso de lengua,
las luces poco tensas del raciocinio negro.